19 abril 2006

Se busca vivo o muerto... ofrezco recompensa


No se si me estoy volviendo un viejo de mierda o simplemente un gueón amargado, pero últimamente me he puesto a reflexionar sobre mis cambiantes estados de ánimo, que casi siempre son provocados por las circunstancias en las que me envuelvo. Ya, está bien… asaltos, huesos quebrados, muelas del juicio… son circunstancias, pero no les otorgo la total responsabilidad de los bajones esporádicos y medio adolescentes en los que patéticamente me he envuelto, y digo patéticamente con responsabilidad… por favor… un pelotudo de 23 años con bajones sentimentales?... crece mierda!!!... es por este motivo la razón de la presente columna, digamos que es una especie de catarsis. Bueno, volviendo al punto, yo creo sinceramente que gran culpa de todo esto (en complicidad con las circunstancias) la tienen ellas… si… las minas. Lo que el común de los mortales denomina AMOR.
Ayer leí un interesante ensayo sobre el amor de una amiga sicóloga y de verdad me asusté… si, me asusté… se que no hay que creerle mucho a los sicólogos, pero ella tenia razón en hartas cosas, como la idealización de la pareja al tratarlo como el YO propio, por lo tanto también se refleja el amor propio que uno se tiene… tétrico, considerando la diversidad conductual de las parejas que he tenido… pasar de una pendeja hueca con buen cuero a una desquiciada seudo intelectual con pinta de “sex and the city” no habla muy bien de mi… El problema es que me doy cuenta tarde de “adonde me metí”… y al tratar de salir de ahí queda la cagá… mejor ni les cuento, necesitaría la blogosfera completa para contar los numeritos de mis ex-pololas, por suerte no han sido muchas.
Sinceramente, no es por tratar de sacármelas, pero creo que he tenido mala suerte no más, no ha llegado a mí la media naranja, como diría un actor de telenovelas mexicanas. No lo sé, pero tengo ese maldito karma de que la mina que me gusta o está pololeando o me caga o esta media loca… no sé pero siempre me pasa algo por el estilo y siempre termino metiéndome en la pata de los caballos por cualquier tontera. Si hasta amenazas de muerte de pololos celosos he recibido!!!... Como le decía a una amiga el otro día “si me encuentro a ese angelito maricón que anda tirando flechas se las va a ver conmigo”, últimamente no he podido mantener una relación con alguien, siempre ocurre algo o hay un pero, siempre. Solo me queda esperar a que mi suerte con las minas cambie, porque me hace harta falta.
Es increíble como la compañía femenina puede apaciguar las circunstancias mas desfavorables, como les decía en otro post, es la “música que calma la bestia”, es como un hombro donde apoyarse, no les estoy diciendo que sea trascendental, pero de que ayuda anímicamente, ayuda.
Pero bueno, vamos a ver que pasa con mi adolorido músculo cardiaco… ojala que se vea la luz al final del túnel, porque por ahora por más que prenda las luces, la cosa se ve bien oscura.

01 abril 2006

Nostalgia en el Lado A, Viejazo en el Lado B


El fin de semana fui a visitar a mi madre, voy seguido allá, pero nunca me había dado el tiempo de escudriñar en los olvidados rincones de mi antigua pieza. Rebuscando en los cajones, encontré unos viejos cassettes, los puse en la radio y la nostalgia me invadió de una manera increíble.
Mis viejos cassettes de los años 90’s, esos que grababa de la radio, escuchando los programas con el dedo puesto en el REC para tener la canción desde el comienzo, y ojala sin marcas. Compilados que luego escuchaba en el mítico Personal Stereo, el mismo que se quedaba en inspectoría cuando te pillaban escuchando en clases… ese donde retrocedías las cintas con el lápiz BIC para ahorrar pilas. Encontré, además, algunas joyitas musicales que veneré durante mi adolescencia, y que eran bien difíciles de conseguir en esos tiempos (el presupuesto no daba para comprar en disquerías), por lo tanto hacia una copia pirateada, bajo el amparo de Orrego Records, en las inigualables cintas de cromo, para un sonido mas nítido y, obviamente, le fotocopiaba la carátula.
Dentro de mis hallazgos también estaban trabajos del colegio escritos meticulosamente a máquina, si señor, a máquina. En los tiempos en que la “Olivetti Lettera” dominaba el mundo, tener un computador era equivalente a trabajar en la NASA. Para un estudiante actual, leer un libro en la biblioteca y escribir letra por letra un informe de investigación debe sonar Cromagnon, pero así se hacía antes… ¡Alabado sea el “copiar – pegar”!. Recién en la universidad tuve un PC propio, y más temprano que tarde llegó hasta mi ella… la única, grande y nuestra, la vedette del siglo XX, la Fabiola del Luján de la época moderna: INTERNET, con mi orgullosa conexión de 56kB/s por teléfono. Allí cambió todo, las limitantes musicales se esfumaron rápidamente, toda la música que siempre quise tener y nunca pude conseguir ahora estaba a mi alcance, todo lo que siempre escuche en mis compilados caseros de los cassettes ahora lo podía bajar con el maravilloso NAPSTER, era tan fácil como bajar, grabar y escuchar, la rápida migración tecnológica de la cinta al CD nos permitió un sonido de excelente calidad y a bajo costo.
Así, ya no era una proeza tener una joyita bien cuidada en la cinta, se cambió la magia por el pragmatismo, las puertas estaban abiertas, ya no había que golpear, solo entrar sin avisar. No digo que estoy en contra de esa revolución noventera, de hecho, yo fui el mas agradecido con todos los cambios, solo que hay veces en que el dulce y romántico siseo de una canción en cinta, despierta más la nostalgia que una remasterización digital en tu computador.
Escuché los cassettes, abrí los ojos, di un suspiro profundo y salí en la bicicleta… no sin antes cambiarle la pila a mi MP3 player.