26 junio 2006

Permuto preguntas complejas por respuestas simples... pago diferencia


Si me preguntan si soy feliz, tengo que responderles que si… no puedo ser tan descarado y quejarme de mi vida, que es mejor que la de muchos, pero la verdad es que tengo varias carencias, carencias emocionales principalmente que aun no he podido superar.
A veces soy muy pragmático pa’ mis cosas, me gusta pensar que la vida es fácil y no me hago mayor caldo de cabeza por situaciones que no lo merecen. Pero, la bipolaridad me alcanza rápidamente y hay veces en que se me retuercen las neuronas pensando, pensando y pensando…
Últimamente me ha pasado eso, debe ser el cumplir solo 24 años con una mochila de responsabilidades al hombro, o debe ser simplemente mi inestable estado de ánimo y también la inestable nube negra sobre mi cabeza.
En ocasiones siento que debería hacer un cambio en mi vida, que debería buscar una válvula de escape a todas las preguntas que se me pasan por mi maldita cabezota de pollo.
Sentimentalmente estoy bien tambaleante, me estoy involucrando con alguien que si bien me encanta, la cosa no va a durar mas allá, porque yo para ella soy el-mino-mientras-el-pololo-esta-afuera, me encantaría que esa apreciación cambiase, pero hay plazos de tiempo que se van a cumplir y yo simplemente tengo mis días contados, estoy apostando a ganador al peor caballo del hipódromo. Sé que no voy a salir bien de ahí, pero el corazón tira demasiado. Ojala alguna vez se me hiciera fácil este aspecto
Creo que necesito conocer gente, necesito ver caras nuevas y que alguien me invite a algún lado. Estoy medio aparte de muchas cosas con la gente que me rodea. Por ejemplo, hace un par de meses hubo un matrimonio de una amiga de la Naty y la Jóse, todos fueron… todos, los ligados a las chicas y los que no… invitados o de acompañantes… pero todos fueron… todos menos yo, nadie me invito ni nada, entonces, vez que nos juntamos con alguien, conversan del matrimonio y comentan lo bueno que estuvo, se tiran tallas y na’ poh… yo como no cacho una, cago, me tengo que quedar callado y ahí quedo. Entonces, estoy como sintiéndome medio aparte, no por ese hecho en particular, sino en general me siento como “no importante”, y lo peor… no se por qué.
También creo que necesito darle mas tiempo a mis hobbies, que es lo que me apasiona de verdad… tengo un sueño frustrado con la música que no puedo suplir, extraño demasiado la radio, hacer el programa y programar canciones… me encanta, por lo menos puedo escribir este blog, eso me relaja. No es que esté descontento con mi trabajo, pero se que pronto me aburriré de lo que hago, porque no estudie para ser un Ingeniero de Servicio Técnico… yo quiero hacer otras cosas, algo mas interesante, lamentablemente donde estoy no tengo mayor proyección aún, no es que me quite el sueño, pero me hace pensar mas de la cuenta.
Debería estar contento con lo que tengo… es mas… creo que lo estoy, pero la eterna búsqueda de la felicidad no me permite quedarme tranquilo… y lo que mas necesito ahora es tranquilidad. Y esa tranquilidad, creo que están en esas respuestas que aun no puedo responder… como dijo Faith No More, “Hijo, es un trabajo sucio pero alguien debe hacerlo”.

18 junio 2006

Topless... los buenos, los malos y los feos.


No existe ser humano sobre la tierra con un par de cromosomas XY que nunca haya ido a un topless o sus similares… lo afirmo y pongo a disposición mi ventrículo izquierdo si eso no es así. Porque ver minas semi desnudas o lisa y llanamente empelotas es inherente al instinto masculino y a veces al femenino también, pero bueno… ese no es el punto, solo quiero comentar lo sucedido hace unos días atrás y que me dejó pensativo y reflexivo acerca de estos clubes de Tobby feromonizados.
Un dia Jueves, por cosas del trabajo fui a Valparaíso, aprovechando la cercanía con Quillota, pasé la noche en casa de mi madre, pero como soy Biomédico, la sed se apoderó de mi rápidamente, así que llamé a mi compadre Danilo, secuaz de muchas batallas, y salimos a ver que pasa un jueves por la noche en la bohemia Quillotana.
Como era de esperarse, no pasó mucho, porque Quillota es medio fome, y día de semana… peor. Pero da lo mismo, conversamos y tiramos la talla con mi compadre hasta que nos aburrimos de Quillota y emprendimos rumbo a La Calera, a altas horas de la madrugada.
En La Calera tampoco pasaba mucho así que pasamos a un Bar, un par de cervezas y como queríamos terminar la sedienta noche, nos fuimos al único lugar abierto hasta tarde en donde puedes tomarte una chela helada… un Topless.
He ido a un par de veces a estos lares, incluso en el extranjero, pero este era CHARCHA… si, con todas sus letras, tal vez los fines de semana mejora, y estaba malo porque era jueves, pero es digno de comentar lo penca que estaba ese lugar.
De partida, las minas tenían mas grasa que overol de mecánico, no había ningún show en el escenario (porque en los night club casi siempre hay... por lo que me han contado) y si bailaba alguna de las que estaban sirviendo copete capaz que vomitara todas las cervezas que ya me había tomado.
Un detalle importante, mas que importante, habían 3 minas y como 10 weones!!! Y todas estaban “ocupadas”… ocupadas con los viejos calientes que se gastan casi toda la quincena, la mayoría son gente que debería gastar la plata en sus familias y no desperdiciarla en este tipo de lugares.
Así las cosas, defraudados del bajo nivel de féminas, disfrutamos las cervezas mas caras de la noche, el ultimo cigarro y de vuelta pa’ la casa… a ver si la próxima vez que las hormonas llamen, que sea en algún lugar mejorcito… espero.

12 junio 2006

Fútbol de Barrio... el deporte mas lindo del mundo


Cuando yo era niño, vivía bajo el cuidado de mi tía Lucha, porque mi mamá trabajaba y le daba miedo dejarme solo en casa, el típico caso de la madre soltera. Pues bien, en el sector donde vivía mi tía, había un club de barrio, el mítico Aconcagua Fútbol Club de La Cruz, como cabro chico me metí a las infantiles de la albiceleste (la camiseta era como la de Argentina, tiembla Messi!!!), donde porté orgulloso el numero nueve en la espalda. Se jugaba con pasión, esperando cada domingo para vencer a los rivales, en cancha de pasto… si, porque La Cruz tiene eso… puede ser un club muy pobre, pero el microclima es tan exquisito que el pasto sale solo, incluso en una cancha mal cuidada. Yo me acuerdo que era bueno, salí goleador en un campeonato sub-14 y ganamos el primer lugar con mi equipo, claro que hasta ahí no mas llegué, nunca pude jugar en 3ra porque me lesioné la rodilla y dejé las canchas por un esguince crónico que aun me atormenta un poco (para los que no saben, en el fútbol amateur las divisiones por orden jerárquico de importancia y edades van así: infantiles, 3ra, 2da, 1ra y Viejos Tercios o dicho cuicamente, Seniors).
Entonces, el Aconcagua tenía el típico archirival de las canchas, el temido Parcelas Unidas Fútbol Club… con el cual se armaban las mochas con botellazos de “pilsen” incluidos. Tengo gratos recuerdos de mi paso por las canchas y de lo bien que lo pasaba jugando a la pelota. Lamentablemente, por cosas del destino, de irme a estudiar a Quillota, la Universidad en Valpo y la pega en Santiago nunca más fui a esas canchas y menos a vestir la gloriosa albiceleste.
Pues bien, el fin de semana pasado fui a arreglarle el computador a un primo chico en segundo grado que vive en el mismo barrio que mi tía Lucha. Una vez terminada la tarea, el papá de mi primo, Aconcaguino de tomo y lomo me dice: “Oye gueón, esta jugando la primera en la cancha contra las Parcelas, vamos a ver la mocha”. Un racconto de emociones se me devolvieron a las neuronas y acepté gustoso, llegué a esos caminos de tierra y atravesé la puerta de madera mojada que aun conservaba el mismo pestillo artesanal de palo que yo cerraba cuando chico… caminamos hacia las improvisadas graderías de tabla al ritmo de la infaltable cumbia, del olor a completos y las cervezas de medio litro… niños jugando tras los arcos, todos con sus pelotas, las minas con los coches, las guaguas, los abuelitos atentos al encuentro, la gente alentando a los jugadores por sus extrovertidos alias: “¡Pica poh care’ plato!... ¡Ábrete Guachisnay!... ¡Ya poh Parafina, anda firme!”… en fin… el ambiente familiar que el fútbol profesional envidiaría, en donde las barras bravas no existen y los carabineros son innecesarios, todo amparado por el verde de los árboles a un costado de la cancha y el cerro como espectador principal.
Me siento y veo como en la cancha la lucha es infernal… claro, es el archienemigo, hay que destrozarlo cual Batman despedaza al Guazón. No pasan ni dos minutos y siento la bravura de los espectadores, lo mas finito que escuché fue un descarnado: “métete la tarjeta en la raja pelao conchetumare!!!”, la contienda era a muerte, patadas siniestras y manotazos maleteros, el partido se calentaba y las dos barras ya se miraban muy feo, estaba en mi salsa… años sin sentir esa adrenalina y si no fuera por mi hueso quebrado hace poco, la idea de meterse en la inminente ensalada de combos no hubiese sido tan descabellada.
El partido termino empatado a 2, con dos penales a favor de las Parcelas y un expulsado en Aconcagua, por suerte los ánimos se calmaron sobre el final y no se llegó a las manos, pero de que hubo emoción, la hubo.
La pregunta que se me vino a la cabeza fue: ¿Cuál es el sentido del fútbol?.. A propósito del mundial, la Jóse me decía el otro día que un mes con tres partidos diarios en la tele era una locura “son 22 tontitos corriendo tras una pelota”. Pues si, lo son, pero lo que satisface tanto del fútbol es precisamente lo que nadie se detiene a ver, por que se asume implícito… la alegría y la pena en los espectadores y en los jugadores… la pasión… el juntarse un domingo toda la tarde a compartir con tus vecinos, amigos, familia… el disfrutar de un juego que no te da mas de 22 tontitos tras una pelota… pero que produce un fenómeno que solo los fanáticos vemos y que en el fútbol de barrio esta de sobra: La Pasión.
Me fui feliz, había mucha gente que no veía hace años, sentí pasión y vibré mas que con los partidos de la tele, porque juntar los recuerdos de niño, el deporte rey, la emoción y el sentido de familia reunido en torno a la pelotita… no tiene precio… para todo lo demás existe Mastercard.