23 noviembre 2010

Cuando los buenos lugares se van a la cresta

Uno de mis lugares favoritos hasta hace poco era la disco “El Subterraneo”, en el paseo Orrego Luco, me gustaba porque era de los pocos lugares en Santiago en donde escuchas buena música bailable, con buenos DJ’s tocando, harto Funk y nada de reggetón.
Pues bien, el otro día nos juntamos a cenar con unos amigos en el grandioso “Normandie”, otro de mis lugares favoritos por cierto, tienen el mejor creme brulee de Santiago, y como se nos calentó el hocico bien rápido, salió de mi traquea un espontáneo “vamos al Subterraneo!”… vamos!... mala idea.
Llegamos al local a las 00:45hrs. Y luego de pagar las 5 lucas de la entrada (mujeres también) nos sentamos en una disco semi desierta, la verdad es que había solo un par de mesas y mucho espacio desocupado. Llega el mesero, nos entrega la carta y nos dicen: “llegaron justo, hasta la 1 es el happy hour”, excelente!... pedimos nuestros tragos y conversamos un rato… mucho rato… pasaba el tiempo y no llegaban nuestros copetes, 20 minutos… nada, a los 30 minutos se levantó de la mesa Andrea, de armas tomar ella, y fue a reclamarle al mesero, quien dijo que de inmediato iba con nuestro pedido… 40 minutos y aún nada… ahí me levanté yo, emputecido y pedí hablar con el administrador, ya que es el único que te puede dar explicaciones.
El tipo estaba sirviendo tragos en la barra, calmadamente le digo que llevamos ya 45 minutos esperando y nuestros tragos aún no aparecen en la mesa, el me mira y me dice care raja: “y que quieres que te diga?”… reconozco que si me hubiese dicho: “compadre, disculpa toda la espera, ahí van tus tragos con un pocillo de maní por las molestias” todo habría estado bien y nos hubiésemos quedado carreteando hasta las tantas… pero me miró con una cara de raja y me dice “que quieres que te diga?”, yo le repliqué: “viejo, tu eres el administrador de este local, por lo menos ofréceme una disculpa por la demora!!!”,  me mira de vuelta y me dice “noooo, no me voy a tirar al suelo por eso, olvídalo”, ahí la vena se inflamó y me empapé de SERNAC… “dame el libro de reclamos por favor”, “no tengo…”, “y mas encima haciendo cosas ilegales!, por ley deberías tener uno”… “te hago uno poh”… y se fue a su oficina por un rato, mientras esperaba en la barra, el guardia estaba al lado mío esperando la señal pa’ sacarme a patadas en la raja de la disco y el mesero me miraba como: “maricón, me viniste a acusar…”. Al cabo de unos minutos llegó el tipo de nuevo con un cuaderno en blanco y el demonio de tazmania en la tapa: “ahí está tu libro de reclamos”… yo me cagué de la risa y le seguí el juego, volví con el “libro” a la mesa con mis amigos y me puse a escribir… una página entera con descargos: “mi nivel de insatisfacción es altísimo”, “eso no corresponde a un administrador”, “no sabe manejar las quejas de clientes”, “los tragos servidos eran un asco” (y era totalmente verdad, el daiquiri de Lore era un jugo yupi), etc, etc. Mientras movía endemoniadamente mi lápiz, llega a mi lado el administrador (acompañado del guardia por supuesto), yo pensé que le iba a ofrecer una disculpa a la mesa y todo quedaría ahí, pero por el contrario, fue a encararme nuevamente: “por si acaso, el vale de los tragos fue generado a la 1:05, así que no me consta que Uds. Llegaran a las 12:45hrs., así que no me reclames por la tardanza”. Obviamente, el mesero se demoró en generar el vale de los tragos, por eso tanta demora, pero parece que este señor no conoce ni siquiera sus propios procedimientos. Se lo enrostré, siempre de buena forma, pero no me quiso escuchar y se fue.
Volví a la barra a dejarle el “libro” de reclamos y me devolví, no sin antes recordarle: “espero que no nos pongan atados por el happy hour también”, a lo que respondió con una peor cara de raja: “Ninguna posibilidad… ustedes no tienen happy hour”, sentí los capilares dilatados, la adrenalina secretada lentamente se convertía en furia, mientras internamente contaba hasta 10. “viejo, después de todo lo que hemos pasado no me puedes decir eso, realmente este asunto ya es ridículo”, en ese instante el tipo salió de la barra y se acercó a mí en parada agresiva de frentón, yo todo choro crucino, me paré sin inmutarme y esperé a que llegara con su furia saliendo por la boca, me empezó a gritar en la cara “quién te creis que soy weon, que tengo que tirarme al suelo por un par de tragos y mas encima me venis a webiar y bla bla bla…”, me dio risa, fue una reacción mas que desmedida, al principio pensé en contestarle, pero cuando vi acercarse a dos guardias a flanquearlo cambié de opinión, no me iba a arriesgar a recibir unos cuantos combos en el hocico por un par de tragos. Después de unos minutos de sus descargos intenté tranquilizarlo “a ver loco, cálmate, así no vas a llegar a ninguna parte y menos te voy a permitir que me estés gritando”… peor, se puso como loco, moviendo las manos y gritando agravios ininteligibles, yo ya tenía a los guardias muy cerca y ya estaba empezando a sudar. Finalmente, no sé de donde salió la sugerencia de que nos devolvieran la plata de la entrada y nos fuéramos pa’ no seguir gueviando… Nuestra mesa estuvo de acuerdo por completo, nos devolvieron la plata, salimos de ahí y pensamos en ir a otro lado, pero después de todos los atados ya eran pasado las 2AM, se nos agotó la neurona dicharachera y nos fuimos a casa, todavía comentando el numerito del administrador y de la mala calidad del local, un sitio que poco a poco ha ido en decadencia, lamentablemente.
En, fin, para cerrar, el Sr. Hans Boronig, administrador de la disco “El Subterraneo”, aparte de ser un pésimo administrador de quejas, es por lo bajo un saco de weas, tal vez no consumado, pero tiene un potencial enorme.