05 febrero 2012

El Flaite encubierto en la trinchera ABC1

Viendo el vaso medio lleno, una de las cosas buenas de esta pega es que viajo mucho, a veces más de lo que me gustaría, pero me ha dado un par de vacaciones gratis gracias a los milagrosos kilómetros LanPass y me ha permitido conocer. Mucho vuelo, harto aeropuerto, pero claro, siempre en clase turista, hasta que por esas cosas del destino, la justicia divina me otorgó un pasaje en Business Class, la clase turista estaba llena, así a mi empresa no le quedó más remedio que enviarme en Business, alguna vez que le toque al pobre Claudio.
Al principio me agradó, era como conocer algo nuevo, para un flaitoco como yo, era el VIP de la disco al cual nunca pudiste entrar, el asiento en el estadio que siempre quisiste, el estacionamiento con nombre en la puerta de entrada de la oficina. Pero claro, como siempre me pasa con las cosas cuicas que se compran con mucha plata, me terminé decepcionando.
Es que es un mundo muy diferente a la tradicional clase turista, se agradece el espacio que tienes, en un vuelo largo estirar las piernas sentado es muy reconfortante, pero tanta sonrisita falsa de las azafatas, tanto que te van a webiar por si quieres más almohadas, tanta “diferencia” que hacen frente a la clase económica termina por apestar, que te cierren la cortina para que no tengas contacto con la chusma ya es intimidante, y todo porque hay más lucas entre medio.
Además, salen a flote los flaites encubiertos que hacen las cosas que nunca hacen, esos que se las dan de siúticos y piden Champán para tomar, cuando se nota que con cuea han pasado de la Cristal de medio. O esos que de bajativo se piden como 3 wiskys porque “hay que aprovechar”. Hay cuicos que de verdad toman wisky como si fuera una agüita mineral todos los días, pero esos son los pocos, en este tipo de situaciones es cuando se detectan claramente los arribistas tiraos a cuicos.
Yo, sinceramente, terminé por chuparme, era demasiado para mí, tanta atención desmesuradamente fabricada, tanta “exclusividad” termina por aburrir. Es muy difícil portarse como ABC1 cuando uno es un simple y pobre C3.
Ahí comprendí porqué la torta está tan mal repartida en este país, el aumento del poder adquisitivo de los chilenos también se ha traducido en un “querer ser más”, lo cual no tiene nada de malo, pero en algún punto hay personas que cruzan la línea y quieren ser más de lo que necesitan ser, comprarse el auto más caro del vecindario aunque no tengan para pagar la cuenta de la luz, demostrar lo que no tienen, muchas veces son cosas materiales y otras son convicciones y valores, porque hay que ver cómo anda tanta gente carente de valores por el mundo.
En fin, mi cabeza divagó harto rato por como el mercado ha ido alimentando a esta “clase media alta”, vendiéndoles todo lo que diga “VIP”, todo lo que los diferencie del resto, aunque sean exactamente iguales. Basta con ver los recitales, vendiéndote el “Platinium”, “Golden”, “Diamond” y cualquier derivado brilloso, dejando al perraje en “cancha general”, muchas veces las diferencias de precio son tan exorbitantes que las entradas más baratas están destinadas a ver los conciertos en la pantalla gigante, porque no tienes otra posibilidad de ir más adelante. Está bien diferenciar por precio, pero creo que hay tantas ganas de “ser más que el de al lado” que termina por alimentar el arribismo más que entregar un servicio superior, ya que muchas veces el servicio es el mismo y la gente solo compra el apelativo de exclusivo.
Finalmente, llegué a mi casa, abracé a mi sencilla polola, jugué con mi perrito kiltro y me tomé mi cervecita en lata, agradecido porque todavía tengo los pies en la tierra.