Tengo muchos CD’s, más de 100, no me había
dado cuenta de ello hasta que me fabriqué un mueble para organizarlos y me di a
la tarea de ordenar, tarea melancólica porque hasta me emocioné haciéndolo.
No soy materialista, no me interesa tener
cosas que no quiero, con plata que no tengo, para mostrárselo a personas que no
me interesan, no tengo grandes lujos ni la tele más grande del barrio, pero si
he gastado lucas en mis pequeños tesoros, porque cada disco en esa estantería
tiene una razón para estar ahí, son discos que marcaron algún momento
trascendental de mi vida, la banda sonora de la memoria a largo plazo, esa
canción que escuchaste hasta el hartazgo, esa que cantaste alguna vez… esa que te
hizo llorar.
Mientras ordenaba, repasaba cada uno, me
demoré, tomé mi tiempo, le iba comentando a un amigo el por qué estaba ahí,
algunos autografiados, otros de 1ras ediciones de hace 20 años atrás, otros
nuevos comprados en viajes, regalados, escuchados miles de veces y otros
polvorientos que hace mucho que no escucho. Lo mejor, todos ellos los he
comprado usados, o en otros países muy, pero muy baratos, porque en Chile,
entre otras cosas gracias al IVA, comprar un disco es un verdadero lujo, no
puede ser que cuesten 8 o 9 lucas, con los libros es lo mismo.
En fin, cuesta un poco dimensionar la
importancia de las pequeñas cosas, sin ser necesariamente materialista, hay
objetos que son importantes, que cuentan historias y marcan etapas, y que todos
poseemos a veces sin darnos cuenta, algunos perduran a través del tiempo a
pesar de los cambios generacionales, en mi caso, la pasión por el CD, por el
Arte de hacer un librito que vaya en la caja, de ver las fotos y las letras
mientras los escuchas, ese romanticismo de ver girar un pedazo de plástico y
escucharlo en un buen equipo o con buenos audífonos, todo eso, a pesar de que
tengo varios Gigas en el iPod, a pesar de que no pesco mucho los discos,
siempre, siempre vuelvo a sacar uno y ponerlo a girar. No puedo dejar de coleccionarlos,
me llena mucho más el corazón acariciar la calidez del sonido saliendo de esa
circunferencia brillosa, que la impalpabilidad del mp3 sonando en High definition… llámenlo cadencia
geriátrica si quieren, yo los llamo, mis pequeños tesoros.