
No se si me estoy volviendo un viejo de mierda o simplemente un gueón amargado, pero últimamente me he puesto a reflexionar sobre mis cambiantes estados de ánimo, que casi siempre son provocados por las circunstancias en las que me envuelvo. Ya, está bien… asaltos, huesos quebrados, muelas del juicio… son circunstancias, pero no les otorgo la total responsabilidad de los bajones esporádicos y medio adolescentes en los que patéticamente me he envuelto, y digo patéticamente con responsabilidad… por favor… un pelotudo de 23 años con bajones sentimentales?... crece mierda!!!... es por este motivo la razón de la presente columna, digamos que es una especie de catarsis. Bueno, volviendo al punto, yo creo sinceramente que gran culpa de todo esto (en complicidad con las circunstancias) la tienen ellas… si… las minas. Lo que el común de los mortales denomina AMOR.
Ayer leí un interesante ensayo sobre el amor de una amiga sicóloga y de verdad me asusté… si, me asusté… se que no hay que creerle mucho a los sicólogos, pero ella tenia razón en hartas cosas, como la idealización de la pareja al tratarlo como el YO propio, por lo tanto también se refleja el amor propio que uno se tiene… tétrico, considerando la diversidad conductual de las parejas que he tenido… pasar de una pendeja hueca con buen cuero a una desquiciada seudo intelectual con pinta de “sex and the city” no habla muy bien de mi… El problema es que me doy cuenta tarde de “adonde me metí”… y al tratar de salir de ahí queda la cagá… mejor ni les cuento, necesitaría la blogosfera completa para contar los numeritos de mis ex-pololas, por suerte no han sido muchas.
Sinceramente, no es por tratar de sacármelas, pero creo que he tenido mala suerte no más, no ha llegado a mí la media naranja, como diría un actor de telenovelas mexicanas. No lo sé, pero tengo ese maldito karma de que la mina que me gusta o está pololeando o me caga o esta media loca… no sé pero siempre me pasa algo por el estilo y siempre termino metiéndome en la pata de los caballos por cualquier tontera. Si hasta amenazas de muerte de pololos celosos he recibido!!!... Como le decía a una amiga el otro día “si me encuentro a ese angelito maricón que anda tirando flechas se las va a ver conmigo”, últimamente no he podido mantener una relación con alguien, siempre ocurre algo o hay un pero, siempre. Solo me queda esperar a que mi suerte con las minas cambie, porque me hace harta falta.
Es increíble como la compañía femenina puede apaciguar las circunstancias mas desfavorables, como les decía en otro post, es la “música que calma la bestia”, es como un hombro donde apoyarse, no les estoy diciendo que sea trascendental, pero de que ayuda anímicamente, ayuda.
Pero bueno, vamos a ver que pasa con mi adolorido músculo cardiaco… ojala que se vea la luz al final del túnel, porque por ahora por más que prenda las luces, la cosa se ve bien oscura.