26 julio 2007

El incidente "Mesa Coja"


Al parecer los síntomas aparecidos en la despedida de soltero han sido mas grave de lo que pensaba, ahora si que definitivamente me estoy transformando en un viejo culiao odioso (perdónenme la tan soez expresión, pero es el calificativo mas adecuado que encontré).
El fin de semana pasado, después de salir inyectado del cine con los Transformers (complejo de infancia), fui a comer algo con mi polola a un concurrido Pub de Melipilla, nos sentamos expectantes del grupo en vivo que estaba comenzando a armarse para tocar y al apoyar mi brazo en la mesa casi boto el cenicero al suelo, la mesa estaba mas coja que De Gavardo después de un rally. Revisamos las mesas contiguas para cambiarnos, pero estaban todas igual o mas cojas. Nuestra decepción fue mucha, pero nos sentamos igual esperando a solucionar el problemita.
Cuando llegó la mesera, le solicitamos la carta y además algo para arreglar la pata de la mesa, a lo cual la niña, llena de abulia y displicencia respondió: “Mire, tome usted mismo estas servilletas, las dobla y arregle la patita… ya?” Nos quedamos mirando y dijimos al unísono un irónico y casi irreverente “yaaaaaaaa???!!!” (Esperando a que llegara la solución definitiva de la mesera, pero no, ella estaba hablando en serio). Ante esa respuesta no quise siquiera intentar la solución, solo me limité a tomar mi chaqueta, dirigirme con la servilleta en mano donde la mesera y decirle: “No puedes decirle a un cliente que arregle el mismo un problema del local, eso no se hace”, se la dejé en la bandeja en señal de desagravio y me fui del local, en una escena digna de película gringa, en la que el weon bacán arregla su solapa, se pone sus ray-ban y sube a su moto chopper.
Yo trabajé de mesero de un bar de Viña mientras estaba en la Universidad, y lo primero que aprendí es que el cliente debe ser tratado como rey, si tiene algún problema tienes que escucharlo y solucionarlo o por lo menos, demostrar que su inconveniente importa.
Esa mala costumbre que tienen en los bares chilenos de mantener las mesas cojas, siempre con la tapita de bebida o la servilleta doblada, qué les cuesta pegar una tapilla de esas de los zapatos para emparejar la cosa, no, siempre tiene que haber una solución parche. No hay wea más desagradable que pegarle un rodillazo a la mesa sin querer y botar todo el trago porque la wea estaba coja, inestable y mal cuidada. A mí, como cliente y consumidor, simplemente me molesta. Tal vez es un poco exagerado y es de viejo culiao odioso que me estoy poniendo, pero detesto que me atiendan mal cuando pago por un servicio.
Es tan chilena esta mala costumbre?, en otros países es igual?, pasa lo mismo?... yo he carreteado en Argentina y Brasil y nunca me he encontrado una mesa coja. Que opina usted?... ah?.

17 julio 2007

Despedida de soltero


Una de las cosas a las cuales mas temo después de cumplir 25 es al viejazo… es un cuarto de siglo, no es menor si piensas que ya te consumiste casi un tercio de tu existencia, que las isapres te empiezan a buscar para los APV, que pasas de la “Tarjeta Joven” a la común “Chilecard”, que ya no tienes descuentos en los pasajes aéreos y pasa de ser “Joven” a “Adulto Joven”.
Puede sonar exagerado, pero todos los que tengan mi edad estoy seguro que me van a apoyar. Pero donde más se nota el inicio del viejazo es en los cambios de etapas, las más importantes, los hijos y el matrimonio.
Ya hay varios compañeros y compañeras de Universidad y de colegio que tienen uno o dos hijos, habrá sido planificado o condoro, pero ahí están jugando e hinchando las pelotas con sus maldades. Lo que no se hace apurado (salvo algunas excepciones relacionadas con el párrafo anterior) es el matrimonio, la decisión de compartir la vida con una pareja es muy delicada y creo yo se debe pensar mas de dos veces.
Pues bien, el próximo mes se casa mi compadre Javier con mi comadre Pola, varios años de pololeo avalan que ellos son los mas indicados para estar juntos bajo el vinculo del matrimonio, nosotros sus amigos, los que vimos nacer y crecer la relación no podemos menos que alegrarnos y celebrar, y por supuesto, despedir a nuestro gran amigo del mundo de la soltería.
El fin de semana pasado hicimos una despedida de soltero para nuestra ultima baja del batallón de los “no-macabeos”, y pa’ variar, los que se hicieron cargo de la organización fueron Manolo y… ejem… vuestro humilde servidor.
Primero, nunca habíamos organizado una despedida de soltero, por lo que esto fue un proceso duro de aprendizaje y lo que se llama el “Know how”. Sorteamos muchas dificultades, partiendo por el lugar físico que al final fue LA CASA DE LA NOVIA!!! (Gracias Polita por la paleteada) y todo lo que concierne a la ultima noche de soltero del novio… además, los invitados que guatearon a ultimo minuto y nos obligaron a comernos toda la carne que habíamos calculado y lo peor de todo… y créanme queridos lectores, tuvimos que tomarnos entre trece weones, el copete calculado para veinte, y todo por los irresponsables que no asistieron… eso no se hace, verdad?... y uno después tiene que hacer esos sacrificios.
Obviamente, no les voy a contar lo que sucedió en la noche, porque como dice el código de honor de los solteros, “Lo que pasa en la despedida, se queda en la despedida” (y ruego a todo el que postee que participó en la tertulia que no delate nuestros avatares solteriles), pero lamentablemente, lo que no puede quedar oculto bajo el amparo de la incógnita es el día después, si, la nunca bien ponderada caña…
Al otro día me levanté con unos cuantos malestares, tenía que manejar de Viña a Quillota y mas encima ir a buscar a mi polola que estaba en la casa de una amiga, así no se permitían carachos de caña. En el camino paré a tomarme una agüita mineral para la deshidratación, grave error, mi malestar se acrecentó mientras iba en el auto, pase a buscar a mi polola y mi cara no pasó piola, la acidez me tenía con una cebolla en escabeche en las narices. Me fui camino a casa y ni siquiera alcancé a llegar a la puerta cuando no aguanté más y mandé una llamada a todos los Guajardos de la Región de Valparaíso, desde la puerta del auto pa’ afuera y en el frontis de la casa de mi mamá, y mi polola, tan tierna ella, sobándome la espaldita (claro que después, un poco mas repuesto, me llegó el reto). Una escena patética que hace unos 10 años que no protagonizaba, avergonzado me fui a mi pieza y con cuea almorcé una sopita y un tecito, me sentí como la callampa todo el día y recién en la noche pude comer algo. Recién el lunes me vine a recuperar. Les juro que hace años que no me mandaba uno de estos numeritos, siempre me he controlado con el copete y no soy bueno pa’ andar tomando a destajo, no se que paso ahora, no lo se… tal vez era para inmunizarme contra el virus del matrimonio… yo creo que era eso, no le veo otra causa. Solo tengo claro que nunca mas… nunca, nunca, nunca mas.