Hay fechas que son carreteras per sé, pero lejos la que mas me gusta es el 18 de septiembre… El año nuevo carreteo pero me da lo mismo, la navidad importa para los cabros chicos y es mas familiar, el cumpleaños esta hecho solo pa’ quedar moto curao y en realidad es una excusa mas para seguir carreteando… pero el 18?... el 18 es diferente… uno celebra al país y es como si todo el mundo anduviera contento, es como que la fiesta se siente hasta en la mas escondida e insignificante célula del organismo.
Además, son dos días por lo menos de fiesta, incluso, como este año ocurrió… 4 días de carrete ininterrumpidos, y todos, todos se ponen de acuerdo para celebrar a Chile.
Debo reconocer que en mis tiempos mosos de carretes universitarios y adolescentes en estas fechas sufría una abducción planificada… simplemente me perdía, o aparecía en una playa con una cerveza en la mano (obviamente con el otro cautivo… quien mas poh… el Danilo) o en una ramada mas que guachaca en Nogales (con mi desaparecido compadre Ortúzar, que ahora debe estar tomando por allá arriba con San Pedro). Ahora es un poco diferente, no me reviento tanto como antes, pero lo disfruto igual, y aprovecho de salir un poco más.
El año pasado pase mi fiesta preferida encerrado en un hotel en Sao Paulo, asaltado y sin un peso. Este año debería de haberme hecho pedazos, pero no, me porte señorito, no me desboqué tomando como si el mundo se fuese a acabar el 19… pero comí asado hasta hartarme… todos los días… les juro que subí como 3 kilos en estos 4 días y mis intestinos aun procesan la tamaña cantidad de grasas y proteínas… Longas de Chillán, Parrillero, Lomo Liso, Cordero al Palo, Costillar… en fin… lo que cayera al buche era digerido.
Pero el análisis que mueve esta humilde columna no es la celebración ni la carne… es mas que eso, es una contribución a la cultura general de los transeúntes en este blog… es simplemente un análisis a “la caca post carrete dieciochero”… si… porque todos siempre comentan de la caña, los curaos que proliferan por generación espontánea y la chicha ingerida por osmosis en las fiestas… pero nadie, nadie se detiene en las características de la caca después de un carrete, especialmente el dieciochero. Me pasó a mí, lo comprobé en carne propia, por lo cual creo que muchos de ustedes se estarán haciendo el mismo análisis.
Al comer casi pura carne en varios días, nuestro organismo no procesa componentes que generalmente le dan la contextura y aroma a la caca normal… por lo que estaremos en presencia, amigos míos, de un mojón negro y de textura dura, que le entregará una indescriptible sensación de malestar al esfínter, eso combinado con los efectos del trago, concederán al encañado de turno una capacidad odorífica impresionante. Aumenta en el intestino grueso la cantidad de metano, amoniaco y azufre (estos dos últimos son los que le dan el exquisito olor a los peos), la descomposición es mas rápida y así nos convertimos en verdaderas máquinas del mal olor. Uno siempre dice que los peos de uno son ricos, pero en estos casos, se hace insoportable hasta para nuestras propias narices.
Lo mejor en esos casos… tomar harta aguita… para hidratar el organismo, facilitar la descomposición y amilanar un poco la caña… yo he probado con los Gatorade y también dan excelentes resultados… pero no hay nada mejor, pa’ la guata, la caña y nuestros olfatos que la tonta Paila Marina, la guena Pilsen heladita y la soberana siesta el 19 en la tarde... Viva Chile Mierda!!! He dicho.
