22 abril 2008

My Japanese Life: Parte 4, Los Tres Monos Sabios.


En muchas ocasiones había visto y escuchado acerca de los tres monos sabios, me encantaba esa postal de los monos, pero nunca me había dado la paja de aprender más sobre ellos ni de su significado, hasta que llegué a Nikko.
Nikko es la ciudad sagrada de los templos en Japón, como fue una de las pocas ciudades afectadas por la guerra, aún conserva intactos sus santuarios y palacios religiosos.
Posee reliquias exquisitas como el santuario Futurasan que data del año 760, el Templo Riinoji del año 766 y el puente sagrado Shinkyo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1999. Pero sin duda la más famosa en el mundo es la escultura de Los Tres Monos Sabios.
Los Tres Monos Sabios son una obra de escultura hecha de madera en el santuario de Toshogu (1636), construido en honor al Shogun Tokugawa Leyasu, primer Shogun de la era Edo, el periodo de paz mas largo de la historia japonesa (se extendió hasta 1867, con la restauración del gobierno imperial). Cuando éste murió, su nieto ordenó a los artesanos realizar las esculturas honrando su tumba, ya que el Shogun escribió doctrinas referente a como debe comportarse un hombre de bien y los monos representarían algunas de esas escrituras.
Los nombres de los monos son Kikazaru, Iwazaru y Mizaru, que hacen referencia a un juego de palabras, ya que saru, en japonés, significa mono.
Los Tres Monos están tallados en 8 tablas del Establo del Caballo Sagrado, ellos dan muchas enseñanzas de lo que debería ser el hombre para no recibir la pena de los Dioses, pero sin duda la más famosa es la segunda tabla, el significado de cada uno viene dado por su nombre:

KIKAZARU: No escuches malas intenciones.
MIZARU: No veas malas intenciones.
IWAZARU: No hables malas intenciones.

Actualmente, los monos son los cuidadores simbólicos del Santuario, y son los encargados de que el constante hablar de los visitantes no despierten el descanso del Shogun.
Pueden ver fotos de estas y otras maravillas de Nikko en Mi Página de Fotos

20 abril 2008

My Japanese Life: Parte 3, La Vida.


Cuando me hablaban de “la cultura oriental” yo siempre fruncía el ceño y me imaginaba que eran cosas siúticas y clichés, pero la verdad es que no están tan equivocados, porque ciertamente en el otro lado del planeta el estilo de vida es bien diferente por lo menos a lo que conocemos en Chile.
Acá no existe delincuencia, por lo menos yo no la he visto y en la tele las noticias hablan más de deportes que de hechos policiales. Puedes dejar tranquilamente la bicicleta aparcada afuera del edificio sin el temor a que te la vayan a robar como pasa en Chile, porque simplemente la cultura japonesa es: “si no es tuyo, ¿Para que lo vas a tomar?”. Las tiendas tienen solo mamparas de vidrio y cuando cierran ponen llave a la puerta y punto, nada de rejas ni alarmas ni nada. Las plantaciones están a la orilla del camino, sin rejas, porque tampoco hay vandalismo. Las casa solo tienen un muro de no más de un metro de alto, nada más.
En Japón existe la “cultura del servicio”, siempre te van a atender bien en una tienda o en algún restaurante, por que para ellos, que algo resulte mal es una vergüenza, por eso la calidad de los artefactos japoneses (autos, electrónica, equipos médicos, etc.). Si en un restaurante no entienden lo que pides (porque hablar japonés es mas difícil que apagar la antorcha olímpica) se disculpan hasta por los codos y tratan siempre de hacerte sentir bien. Todo el mundo te saluda y se reverencian con la cabeza. Incluso, en el Kentucky Fried Chicken, por ejemplo, como saben que vas a comer con las manos te dan junto con el combo una toallita húmeda desechable.
Tienen mucho aprecio por su cultura, saben combinar muy bien el avance tecnológico con las tradiciones milenarias. Incluso en las nuevas construcciones se pueden ver atisbos y detalles típicos de Japón.
La comida, por lo menos para mi es malísima. Algas y arroz en todo. El arroz es una mazamorra apelotonada (tiene que ser así para poder agarrarlo con los palitos) y tiene gusto a nada, es muy desabrido. Nunca he sido bueno pal’ sushi y acá soy peor, además está la eterna preocupación de no saber que mierda estas comiendo. El otro día en el supermercado compré lo que para mi era una chirimoya envasada, y resultó ser una planta de no se qué. No saben como extraño comerme un completito o un churrasco palta.
En las calles no hay un solo hoyo. A veces, cuando voy en el bus, salto solo en mi asiento pa’ no perder la costumbre.
Al contrario de lo que muchos piensan, acá todo es caro, todo, desde la electrónica, hasta la comida. Por ejemplo, un combo en el McDonald's (En Chile es una mierda… y acá también… pero entre un surtido de algas y un Big-Mac no hay donde perderse) que allá sale $1.500, acá fácilmente bordea las 5 lucas chilenas (Y880.-) una bebida de máquina casi luca y un disco de música sale app 9 lucas… casi lo mismo que en Chile. Eso si, tienen tiendas que venden cosas de segunda mano que son bastante buenas, porque son prolijos en empacarlos de nuevo, limpiarlos a presión y si tienen desperfectos los rotulan y les bajan el precio (una cámara digital con la pantalla mala salía 10 lucas… ni en el Bio-Bio!!!) y nunca te van a cagar… nunca.
Las barreras idiomáticas siempre son problemas… cuando llegas no hay atados porque en el aeropuerto la gran mayoría sabe algo de inglés, pero en la ciudad, en la vida normal, si no sabes japonés terminas hablando como tarzán, no en muchas partes hablan inglés y olvídate de leer lo que dicen los carteles. Me pasa en el curso que estoy haciendo también, hay Ingenieros de India, Argelia, Australia, China y Egipto (mas encima el Profe es holandés, pero tiene un inglés excelente) y todos tenemos acentos distintos y a veces es medio complicado entendernos… además, yo tampoco soy Inglés de tomo y lomo, así que debe ser difícil para ellos también entender mi Mapuchinglish.
Resumiendo, Japón es espectacular, hay mucho por conocer y harto que aprender de su forma de ser, por ahora solo hay una cosa que me queda clara… Ni cagando viviría acá… Quiero una cazuelitaaaaaaa!!!

13 abril 2008

My Japanese Life: Parte 2, El Baño.

Antes de contarles algunas anécdotas que me han pasado acá en Japón quiero detenerme un momento y mostrarles a ustedes uno de los artefactos mas revolucionarios que he visto y que solo los japoneses podrían haber confeccionado. El baño japonés.
Esto de comer algas en casi todo me ha permitido dar un pequeño paseo por los baños de algunas instituciones, centros comerciales y estaciones de trenes del país, y existen diversos artilugios que vale la pena mencionar.
Por ejemplo, acá la mayoría de los baños, por no decir casi todos, tienen la tapa del guater calefaccionada, si, tal como lo escucha, cuando Ud. se sienta ya no se caga de frío como en nuestras tercermundistas tazas chilenas, la tapa tiene un pequeño calefactor que se enchufa para mantenerla calentita a la espera de algún parroquiano friolento. Estas tapas se venden en los locales onda Homecenter y tiendas de electrónica y cuestan alrededor de Y25.000.-, unos $110.000.-
Luego, el otro nivel de complejidad, es que algunos baños tienen un pequeño grifo en la tapa del estanque, para que así apenas tires la cadena el agua sale por ese gripo y puedes lavarte las manos y llenar el estanque al mismo tiempo, con la reducción de consumo que eso significa, notable no?... todo esto lo pueden ver en la siguiente imagen de mi propia habitación de hotel.


Ahora, el mayor avance tecnológico lo he visto solo en algunos lugares… Acá se vende un baño que mientras haces tus menesteres puede expulsar automáticamente un potente desodorizante de ambiente (efectividad comprobada por este humilde servidor) directamente desde dentro de la taza, por lo que casi no hay olor en el exterior, además por si fuera poco, tienes la opción de que te limpie al finalizar la tarea, tal como lo lee, te limpia. Este baño tiene un pequeño aspersor ubicado estratégicamente para que al presionar un botón en el comando de un costado, te tira un chorrito de agua tibia directamente a “la salida”, además puedes controlar la presión del agua y la temperatura… y por si fuera poco, está escrito en brayle también, para que todos puedan disfrutar de tamaño placer… no pude evitar cagarme de la risa mientras el baño cibernético hacía su trabajo. Finalmente no queda más que secarse un poco y tirar la cadena, sin olores y sin “limpieza pendiente”. Foto de esta maravilla de un costo app de Y50.000.- ($220.000.-) un poco más abajo.
Esto señores, sin duda puede marcar una gran diferencia… esto señores, puede marcar el final definitivo de la siempre aborrecida, “Chantada de camión”.


P.D.: Pal’ que le interese, pueden ver algunas fotos del viaje acá, se irá actualizando a medida que las vaya agregando… capichi?

08 abril 2008

My Japanese Life: Parte 1, El viaje.


Y finalmente, comenzó la odisea…como ustedes ya saben, desde que me negaron la Visa de EEUU (Fuck you again Mr. Potato!) tuve que mentalizarme para un laaaaaargo viaje a Japón.
Comenzó mal, era que no, ya que la semana anterior, en un Viaje a Arica, se me cayó el iPod en el aeropuerto y non funcionó mas, lo traté de arreglar pero fue peor, ahora la pantalla no enciende, así que súbitamente me quedé si el elemento imprescindible para aguantar 28 horas de vuelo, la música. El día anterior al vuelo a Japón, encontré un viejo MP3 por ahí, así que cargué las pilas para salvarme por último… que creen, en pleno vuelo, quise cargar música y el USB no funciona, así que tuve que escuchar lo que había dentro no mas… lamentablemente se lo había prestado a mi polola la ultima vez, así que me tuve que resignar a escuchar a Julieta Venegas y Barry White.
Así las cosas ya nada podía ir mal, por lo que me subí al primer avión con destino a Zurich con una esmerada mentalidad positiva.
El vuelo tuvo de todo, estuvo bastante entretenido. Primero, una mina onda “Legalmente Rubia”, pero a la chilena, se subió con un cachorrito, no era de esos perros cuicos de mierda que ni siquiera ladran y están mas arreglados que mina pa’ matrimonio, no, era un perro normal pero cachorrito, se lo llevaba en los brazos y chillaba a mas no poder, las 3 horas hasta Sao Paulo tuvimos que aguantarlo despierto.
En Sao Paulo, se subieron hartos personajes… Unas minas embarazadas que tenían asiento al lado del perrito y le pintaron monos a la mina por llevarlo arriba… y decían que estaban embarazadas y su doctor les impedía estar al lado de perros y gatos… quedó la cagada porque empezaron a acomodar a la gente para que las embarazadas quedaran lejos de la mina, el perro y una amiga… y yo, me hice el dormido pa’ que no me gueviaran, la clásica técnica. Luego, un par de filas adelante mío se sentaron un par de travestis Brasileños… se pueden imaginar ustedes a los de Tobalaba pero de 1,80 mts. Sus guenas siliconas, ropa estrafalaria y un impecable maquillaje, claro, se reían y la voz de calefón no la podía camuflar.
Durante el viaje, ya de noche, una mina se paseaba demasiado por el avión, era una gringa rubia de pelo corto que andaba totalmente ebria dando vueltas… ustedes no saben lo que puede hacer un curao aburrido en un vuelo largo… hay que decir que Swiss Airlines tiene un servicio de primera… con harto copete y de buena calidad, así que entiendo a la niña, fíjense… Las azafatas no hallaban que hacer con la pastelito y la sentaban a cada rato, después se levantó de nuevo y empezó a aplaudir despertando a todos los que iban durmiendo, incluido al cachorro que empezó a chillar de nuevo, mas encima, la mina empezó a caminar, prendieron las luces y todos nos dimos cuenta de que incluso se había meado de lo curada que estaba, tenía los pantalones mojados, un show bien divertido y que puso a prueba la paciencia de la tripulación, finalmente se durmió y al otro día sonreía como si nada hubiese pasado, claro, con pantalones recién cambiados.
Paramos en Zurich, después de 17 horas de vuelo, me tuve que cambiar de avión y cruzar todo el aeropuerto, el cual es increíble, finos detalles y de manufactura exquisita, que deja al Comodoro Arturo Merino Benítez como una garita de colectivos al lado de este lujoso monumento. Incluso tiene un pequeño tren que te transporta a los otros sectores alejados dentro del mismo aeropuerto. Suiza en general es una ciudad muy organizada y tranquila, es un modelo para los países que nos decimos en vías de desarrollo, pronto serán anfitriones de la EuroCopa y todo el país está prendidísimo, carteles en todos lados, revistas dedicadas al tema que se reparten gratuitamente y el Duty Free lleno de cachivaches relativos al evento.
Partimos a Tokio en un vuelo lleno de Japoneses por lo que fue bastante tranquilo… incluso bordeando lo aburrido.
Luego de 10 horas mas, aterricé por fin en el aeropuerto de Narita para emprender la segunda parte de la travesía… y la mas difícil… tomar los trenes para llegar a Nasu.
Luego de casi 2 horas haciendo la fila en Inmigración, pagar el impuesto por todos los vinos que llevaba y hacer reverencia a cuanto weon me saludara, salí del aeropuerto, cambié los dólares a Yenes y tomé el Narita Express con destino a Tokio, había solo 2 andenes así que eso fue relativamente fácil después de un par de preguntas a la niña de la boletería que hablaba como Jin de “Lost”… (Others!… Walt!... Train!...) el inglés no está muy bien arraigado en general. Una hora de viaje hasta la estación de Tokio y ahí empezó lo mas difícil… llegué a una estación trenes en general muy compleja, imagínense lo enredado de Tobalaba, pero con 4 niveles y 24 andenes, todo escrito con puras rayas y símbolos y un wn al medio parado con 2 maletas gigantes y leyendo cada wea que tenía por delante… por suerte el tren que debía tomar estaba señalizado con un símbolo verde y flechas… después de seguir por laberintos irreproducibles (ni me acuerdo como llegué a la boletería) tomé por fin el Tohoku Shinkansen, el famoso tren bala que es una maravilla… en general los trenes en Japón son una maravilla y es la mejor forma de viajar, eso si que es un poco caro (mi pasaje One Way costó Y5.330, app. $25.000.-, por unos 160 Kms, pero los hizo en 40 minutos). Lo bueno es que el tren es bilingüe, los anuncios verbales y los letreros luminosos son en inglés y japonés. Por lo que viajar siempre es un agrado, si es que puedes entender el enredado mapa de las líneas. Cuando viaje a Tokio voy a realizar la hazaña de subirme al metro.
Al bajarme en la estación de Nasu-Shiobara, la recorrí completa para poder tomar un taxi… Otro punto aparte… en Japón los taxi son súper caros, pero son la raja… las puertas se abren y se cierran solas con un sistema que comanda el conductor (para que no le peguen portazos y como cortesía), además todos tienen GPS, por lo que suelen ser muy eficientes al momento de dirigirse a alguna parte, además no te tienden a cagar, como los taxistas chilenos.
Finalmente, después de 35 horas de viaje, llegué al Nogi Hills Condominium, en donde lo primero que me piden para entrar a la habitación “japanese style” es sacarme los zapatos… después de 2 días sin ducharme, comprenderán que no fue nada de agradable.