27 noviembre 2006

Un flato de película


No se que tengo… no se si es la mala costumbre de entrenar siempre mi caja torácica para lograr un sonido cada vez mas grave… o si es solo que mi diafragma esta medio involuntario… pero los últimos flatos que me he tirado han sido harto desafortunados.
Les cuento uno que me paso hace algunos meses.
Estaba en el cine viendo la última película de Almodobar (bastante entretenida por lo demás). La sala 1 del Cinemark del Viña Shoping estaba repleta, y todos concentrados viendo el film. Yo venia de vuelta de la pega y estaba sediento al máximo, así que me atraganté con Fanta heladita… mala idea, en la mitad de la película, con una parsimonia increíble, el diafragma se me enloqueció y me tire un flato con sorpresa en la parte mas emotiva de la película… y por supuesto la mas callada. Todo el mundo estaba en silencio y a mi se me escapa un flato gigante… mientras me lo tiraba traté de disimularlo y cerré bien la boca y apreté la traquea, pero solo conseguí que saliera con el sonido de reberverancia que propinaba la boca y las narices… todo mal… al instante apliqué la vieja técnica del “atorado con cabritas” y obvio, me hice el gueón… no resultó, yo cacho que todos los que estaban alrededor cacharon el medio flatito del flaco de lentes. Obviamente, cuando terminó la película me moví rapidito de mi asiento, antes de que encendieran las luces en su totalidad, pa’ despistar a la gente que quería ver al responsable del pastelito.
Más encima, pa’ variar, no andaba solo, y hasta el día de hoy me guevean por el numerito del chancho cinematográfico… ese si que fue un flato de película.

07 noviembre 2006

El mejor amigo no es el perro...


Anoche llegue tarde a mi depto después de un relajado fin de semana en Quillota, y me bajo el Mr. Músculo que llevo dentro y me puse a hacer aseo como endemoniado. La aspiradora zumbaba sin cesar a las 11:30 de la noche y el olor a Lysol cloro-gel embetunaba mis velludas y desprolijas fosas nasales… fui a cambiar el disco al siempre fiel engendro de CD-Player + SubWoofer que tengo pa’ la música y el pulso me hizo la desconocida… se me cayó todo y la tapa del CD-Player rodó por el piso… prolijo y calmo tome las partes y lo volví a armar, como siempre, funcionó sin problemas. Mas allá de la torpeza de desarmar por enésima vez este aparatito, se me vino a la memoria cuantas aventuras he pasado con ese bendito reproductor, les paso a detallar la mas notable.
Era una mañana de primavera en la Universidad y en el patio de la U apareció la típica pelota pichanguera. Como era de esperarse, todos dejamos las mochilas amontonadas a un lado y nos pusimos a pelotear. En un momento, quise guardar mi chaleco en la mochila y OH!… sorpresa… ésta no estaba, no me preocupé porque asumí que era una típica broma de mis compañeros… esconder la mochila ya era habitué en nuestras tallas. Terminó la pichanga y yo empecé a insistir en que me devolvieran la mochila… lo cual no fue así, pues ninguno de mis amigos la tenía, y solo faltaba la mía, busqué, pregunté, guevié hasta por los codos, pero mi mochila no apareció. Me fui a la casa, apesadumbrado por asumir que me habían cagado, que me habían robado sin que siquiera me diera cuenta, he hice un inventario mental de lo que había perdido: Llaves, todas las llaves, de la casa de Valpo, de la casa de Quillota, de la oficina de la U, de la Oficina del Hospital… de todos lados, como 12 llaves perdidas. Discos, muchos discos, entre ellos uno de Los Tres que aun no puedo encontrar y que ya no se vende, mis lentes oscuros que solo me servían a mi porque eran ópticos, cuadernos, cosas varias y mi CD-Player… ese que me había acompañado a todas partes en reemplazo de un viejo personal stereo prestado. Me lo había regalado mi vieja, pa’ una navidad, me gustaba porque además de CD tenía Radio, era un Kioto no mas, pero a mi me gustaba y era lo que mi vieja podía comprar. Bueno, ya estaba un poco carreteado, con sus pifias de guerra y todo, pero siempre lo cuidé harto y los audífonos que le compré eran la raja.
Asumí que me habían cagado y lo di por perdido, incluso ya estaba cotizando en las tiendas pa’ comprarme otro. Pero, meses después, caminando por la calle Uruguay, donde se pone gente a vender cosas pa’ celulares y artículos usados, vi un CD-Player igual al mío, muy igual… me acerqué lo tomé, lo revisé y me di cuenta de inmediato… Era el mió!!!... me quedé con la bala pasada y maldiciendo por saber que estaban reduciendo algo que era mío… cuando llegué a mi destino lo comente a mis amigos y alguien me dijo que sabia de un caso similar en el cual avisaron a carabineros y habían recuperado las cosas robadas. Yo me quedé pensando y aperré… cuando iba de vuelta a tomar la micro pasé por ahí nuevamente y pregunté a una patrulla de carabineros que estaba una cuadra más allá, le conté la historia y me dijo “Ya… vamos”… así no mas… sin boleta de por medio ni nada… aparecieron los helicópteros, los perros policiales y vi uno que otro francotirador en los techos aledaños (mentira, es pa’ ponerle color no mas) fuimos e increpó al vendedor… y le dijo: “el joven dice que ese CD-Player es de él”… el vendedor miro al piso, pensó un rato “si me cachan… me llevan preso por reducidor” y finalmente dijo: “Si dice que es de él… entonces que se lo lleve”… así de fácil, nada mas… el tipo me paso el reproductor, hasta con los audífonos y me lo llevé pa’ la casa… estaba funcionando impeque… tal y como estaba antes. Fue el episodio de mayor buena cuea’ que me ha tocado en mi malograda vida, recupere algo que me habían robado hace meses atrás… eso no lo puede contar cualquiera. A fin de cuentas el tipo dijo que se lo había vendido un compadre de una universidad, como era de esperarse, no recuperé nada mas de esa mochila, pero aun conservo el famoso CD-Player, se me ha caído, se ha abierto en dos, me lo han robado y aun está ahí, sonando para mi. No es la máxima tecnología, pero es MI reproductor y no creo que me separe de él.