01 abril 2006

Nostalgia en el Lado A, Viejazo en el Lado B


El fin de semana fui a visitar a mi madre, voy seguido allá, pero nunca me había dado el tiempo de escudriñar en los olvidados rincones de mi antigua pieza. Rebuscando en los cajones, encontré unos viejos cassettes, los puse en la radio y la nostalgia me invadió de una manera increíble.
Mis viejos cassettes de los años 90’s, esos que grababa de la radio, escuchando los programas con el dedo puesto en el REC para tener la canción desde el comienzo, y ojala sin marcas. Compilados que luego escuchaba en el mítico Personal Stereo, el mismo que se quedaba en inspectoría cuando te pillaban escuchando en clases… ese donde retrocedías las cintas con el lápiz BIC para ahorrar pilas. Encontré, además, algunas joyitas musicales que veneré durante mi adolescencia, y que eran bien difíciles de conseguir en esos tiempos (el presupuesto no daba para comprar en disquerías), por lo tanto hacia una copia pirateada, bajo el amparo de Orrego Records, en las inigualables cintas de cromo, para un sonido mas nítido y, obviamente, le fotocopiaba la carátula.
Dentro de mis hallazgos también estaban trabajos del colegio escritos meticulosamente a máquina, si señor, a máquina. En los tiempos en que la “Olivetti Lettera” dominaba el mundo, tener un computador era equivalente a trabajar en la NASA. Para un estudiante actual, leer un libro en la biblioteca y escribir letra por letra un informe de investigación debe sonar Cromagnon, pero así se hacía antes… ¡Alabado sea el “copiar – pegar”!. Recién en la universidad tuve un PC propio, y más temprano que tarde llegó hasta mi ella… la única, grande y nuestra, la vedette del siglo XX, la Fabiola del Luján de la época moderna: INTERNET, con mi orgullosa conexión de 56kB/s por teléfono. Allí cambió todo, las limitantes musicales se esfumaron rápidamente, toda la música que siempre quise tener y nunca pude conseguir ahora estaba a mi alcance, todo lo que siempre escuche en mis compilados caseros de los cassettes ahora lo podía bajar con el maravilloso NAPSTER, era tan fácil como bajar, grabar y escuchar, la rápida migración tecnológica de la cinta al CD nos permitió un sonido de excelente calidad y a bajo costo.
Así, ya no era una proeza tener una joyita bien cuidada en la cinta, se cambió la magia por el pragmatismo, las puertas estaban abiertas, ya no había que golpear, solo entrar sin avisar. No digo que estoy en contra de esa revolución noventera, de hecho, yo fui el mas agradecido con todos los cambios, solo que hay veces en que el dulce y romántico siseo de una canción en cinta, despierta más la nostalgia que una remasterización digital en tu computador.
Escuché los cassettes, abrí los ojos, di un suspiro profundo y salí en la bicicleta… no sin antes cambiarle la pila a mi MP3 player.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmm claro que la melancolia recorre nuestro corazon, las cosas en el siglo 21 no son las mismas que años atrás....también recuerdo el retroceder un cassette con un lápiz y que manera de rabiar grabando música de la radio (porque hasta los comerciales quedaban en la cinta jijiji)
pero bueno estamos mas viejos, hay que decirlo..y quizas es mejor aun nose...pero da pena recordar todo lo que hiciste y obvio lo que no hiciste..en fin
saludos
loreto

Anónimo dijo...

nostalgico, con olor a pubertad. ta bien escrito, pero me gustaria que indagaras mas en el mundillo de lo que no debimos escuchar, o mas bien en lo que nos averguenza decir que escuchamos en ese tiempo... jajaja. esas canciones que jamas debimos grabar, pero que disfrutabamos a escondidas, cosas como de king africa por ejemplo (o solo yo me acuerdo de eso???). besos totales.